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Narraciones pedagógicas de territorios transformados

Roberto Méndez

Como muchos otros habitantes de esta región, Roberto Méndez es migrante. Llega a nuestra región con una curiosidad y bondad palpable, con ojo de biólogo y corazón solidario notando la “tierra lastimada” – incluyendo la destrucción de campos agrícolas por el crecimiento urbano – y en búsqueda de señas de esperanza, de “coexistencia entre animales humanos y no humanos” – incluyendo los humanos fronterizos que ven a las aves, que crean presentes y futuros en los cuales son incluídas.

En este ensayo, nos habla sobre el proyecto que fue su enfoque durante su participación en la tercera generación de la Beca Cultural del Desierto Chihuahuense de La Semilla Food Center. Agradecimiento especial a la escritora Lorena Sosa, participante de la primera generación de la misma beca, por su apoyo editorial.

Mi proyecto trata de las aves que habitan la frontera de Cd. Juarez-El Paso y de las personas que aprenden a cuidarlas y a co-habitar con ellas. Entiendo que los espacios que habitamos son territorios marcados y modelados por distintas formas de vida, así que para hablar de las aves, o de cualquier otras especies también hay que hablar de las personas con las que comparten historias y espacios.

Siempre he tenido curiosidad por conocer acerca de las plantas y animales que nos rodean. Estudié biología y luego educación, lo que me ha llevado a trabajar en actividades relacionadas con el conocimiento sobre el entorno natural y a estudiar las formas como pensamos otras especies a través de la escritura, la imágen y el discurso. Nací en la ciudad de México y llegué a vivir a Cd. Juárez durante el 2019. Su infinito cielo azul, sus atardeceres rojizos y el aroma a gobernadora despertaron mi curiosidad por aprender más acerca de la vida animal y vegetal de esta región. Empecé a vivir al oriente de la ciudad, muy cerca de los últimos campos de algodón y del Río Bravo, un lugar propicio para explorar los vínculos entre el río, las actividades agrícolas y el crecimiento de la ciudad.


Tirano | Kingbird

Cernícalo Americano |American Kestrel

Las aves son una de esas formas de vida que están siempre presentes en cualquier rincón del planeta. Sin embargo, considero que se requiere cierta habilidad y sensibilidad para notarlas. Mi historia con ellas empezó en el verano de 2021. Durante varias mañanas de agosto empecé a escuchar distintas voces y llamadas de aves que no me eran familiares. Una mañana lluviosa escuché un canto agudo, fuerte y persistente: dee-dee-dee ; al día siguiente oí el mismo canto acompañado de sonidos que parecían provenir de distintas aves: ssee-ssee ; waow-waow ¿Qué eran esos cantos y llamadas que escuché aquellas mañanas de agosto? Aquellos sonidos matutinos me parecieron exóticos en una ciudad llena de ruidos de autos e industrias. Mi curiosidad me llevó a establecer una rutina de exploración a través de mis caminatas cotidianas y  paseos en bicicleta, así como a aprender otros métodos para investigar el entorno desde mis actividades cotidianas [1] . Poco a poco empecé a notar que los campos de algodón y sorgo, los álamos, los moros, los zacates, las acequias y los canales sirven como zonas de descanso y alimentación para los pájaros de la región. Sin embargo, al igual que otras formas de vida, las aves enfrentan la transformación de su entorno y viven en una frontera lastimada por la contaminación y vulnerada por el crecimiento urbano que arrasa con el paisaje agrícola de antaño, el cual les proporcionaba refugio, comida y agua.

Los cantos y llamadas que escuché aquellos días de agosto, empezaron a materializarse de otras maneras. Mi encuentro auditivo con aquellas aves ruidosas agudizó mis sentidos y me llevaron a poner atención a las vocalizaciones de otras más. Con las semanas, empecé a familiarizarme con otros cantos y mi curiosidad me motivó a investigar acerca de su nombre y su presencia en la ciudad. De esta manera aquel sonido agudo y repetitivo que escuché adquirió un nombre y una identidad chorlo tildío: ave llamativa, que anuncia su presencia emitiendo sonidos al sobrevolar las tierras de cultivo y otros campos abiertos [2] .

Con el tiempo pude ser testigo visual de estos chorlos, al igual que de otras aves. Una tarde conocí a una familia de codornices que se ocultaban entre los campos de trigo invernal, otro día pude apreciar cómo unos tecolotes llaneros aprovechaban las cavidades en la arcilla para establecer sus madrigueras o nidos a nivel del suelo. A finales del invierno y principio de la primavera, la cerca de mi casa empezó a servir de descanso de pequeñas aves de cuerpo café y amarillo que los especialistas conocen como mosqueros, por otro lado, los patos y las gaviotas empezaron a ser más comunes en el horizonte, mientras que las garzas empezaron a ser visitantes eventuales de los campos de algodón abandonados.

Para documentar estas aves llevo un registro de su presencia en un mapa digital de Google Earth , que incluye la especie observada, la fecha, las fotos y breves textos que describen mis observaciones. Este mapa tiene el propósito de dejar una memoria de su presencia en la región [3] , ya que la transformación de la frontera, la construcción de zonas habitacionales, maquiladoras y la desaparición de zonas agrícolas está provocando su desplazamiento. Pienso en el mapa como un instrumento vivo y dinámico para el registro de las aves, y sobre todo como un instrumento que en el futuro, puede mostrar el territorio que fue habitado por distintas formas de vida. El mapa puede ser consultado en el siguiente sitio: Read English Version » [3]

Me gusta pensar en este mapa como una manera de representar a las aves, mi presencia y las vivencias de otras personas en este territorio fronterizo. Más que una mirada congelada en el tiempo, es una cartografía acerca de cómo camino y vivo el territorio junto a otras especies [4] . Se trata pues, de una memoria geográfica, visual y escrita. A través de este proyecto, me interesa mostrar que esta frontera, como muchas otras ciudades, han sido construidas desde una noción de excepcionalismo humano, marginando a otras formas de vida. Con los meses, mis registros han alcanzado casi las 100 observaciones de un poco más de 20 especies diferentes, un número que aún está lejos de mostrar su diversidad en la ciudad. Entre las aves más frecuentes que aparecen en este mapa son las codornices, los chorlos tildíos, los mosqueros, los tordos sargentos, los tecolotes y los patos. También he logrado registrar gaviotas, halcones, monjitas, garzas blancas y hasta águilas pescadoras. Algunas de estas aves las he encontrado gracias a las observaciones de otras personas que me han señalado su ubicación, sugiriendo que el mapa puede ser una producción colectiva.

Conforme caminaba y exploraba en mi bicicleta el Río Bravo, empecé a encontrarme con otras personas que también tenían curiosidad y cuidado por los pájaros locales. Esto me llevó a documentar historias de distintas personas que se preocupan por las aves fronterizas y sobre todo, que están buscando de manera activa formas de generar espacios amigables para ellas en medio de la destrucción de su hábitat [5] .

Las codornices norteñas son particularmente famosas y carismáticas. De tal manera que un grupo de vecinos tiene varios años gestionando un parque público en una área donde estas habitan y que estaba a punto de ser vendida para construir un centro comercial. Una de sus líderes, me contó que este grupo decidió adoptar el idioma rarámuri para nombrar el parque, así que bautizaron la incipiente área pública como “parque Rochorí” [6] con la esperanza que el diseño final del parque pueda incluir áreas para su anidación y alimentación.


Codorniz del desierto | Gambel´s quail

“Vecinos Unidos del Valle del Sol”  han estado trabajando en la recuperación de espacios públicos y han desarrollado un interés en el cuidado de las codornices. Ellos encontraron que la mejor forma de cuidarlas es facilitándoles el acceso a agua limpia. Junto con otros vecinos han identificado algunos árboles —mezquites y palo verdes, principalmente— donde anida esta especie. Con mucha creatividad y entusiasmo han aprendido a instalar pequeñas vasijas metálicas al pie de dichos árboles para proveer agua a las aves y de paso, a otra fauna como las liebres que aún rondan por la zona

Los tecolotes llaneros y las personas también han encontrado maneras de co-habitar. Así es frecuente encontrar familias de tecolotes habitando pequeñas cavidades entre el escombro y la basura que han dejado los constructores de las nuevas casas. David, un vecino que conocí mientras el acarreaba agua para regar sus árboles, me platicó que suele ayudar a los tecolotes a construir estas madrigueras bajo tierra, removiendo escombro o excavando directamente en la arcilla.


Tecolote llanero| Burrowing owl

Me gusta escuchar estos relatos y encontrar a personas que realizan las actividades aquí descritas porque estoy convencido que nos enseñan formas cotidianas de vivir junto a otras especies. En buena medida recuperar estas historias representa la continuación de un trabajo previo acerca de historias sobre las mariposas monarca, trabajo que emprendí en años previos [7] , pero que también hace eco del trabajo de otras autoras como Donna Haraway que nos invitan a contar narraciones multiespecie que muestran formas creativas de coexistencia entre animales humanos y no humanos [8] . En un momento donde dominan las historias llenas de pesimismo, contar estas historias de cuidado y coexistencia contribuyen a construir una narrativa esperanzadora y de mucho aprendizaje para futuras colaboraciones entre especies.

Durante el 2023, continuaré recopilando historias de personas que mantienen encuentros con las aves de la frontera, así como ampliando la información del mapa. Pienso elaborar materiales didácticos y hacer algunos talleres educativos con estudiantes y maestros. Este proyecto me ha permitido construir formas de investigación que cruzan distintas fronteras disciplinarias y aprender metodologías innovadoras que permiten conocer los vínculos entre las aves, las personas y las conexiones de las que forman parte. He encontrado que hablar de las aves detona conversaciones, recuerdos y múltiples emociones con las personas.

Estoy convencido de que cada proyecto de investigación tiene una carga biográfica importante. Es decir, investigamos lo que nos importa o lo que impacta directamente en nuestra subjetividad e identidad. Estudiar las aves desde mis actividades cotidianas de exploración del entorno y desde las voces de las personas que aprenden a cuidarlas atraviesa mi propia historia de migración y mi proceso de arraigo a la frontera. Tal vez las aves no lo sepan, pero sus fotografías, sus cantos y otras huellas de su presencia contribuyen a pensar en una ciudad plural y diversa. Como dijo Gabriela, una de las personas que entrevisté: “ el derecho a la ciudad no sólo es de las personas, sino también de las aves que ocupaban estos espacios antes de nuestra llegada “.


Monjita | Black necked stilt

Otros textos de Roberto y materiales didácticos se pueden consultar en:
https://wwwuacj.academia.edu/RobertoMendezArreola

Roberto comparte habitualmente sus ideas y otros recursos en su cuenta de Twitter: @robcmendez

Fotografías: cortesía de Roberto  Méndez.


[1] Aquí debo agradecer a colegas del Urban Ecologies Research Group de la Universidad de Cambridge, principalmente a Catherine Oliver y Hugo Reinert quienes me ofrecieron un espacio para presentar y discutir este proyecto en un estado muy embrionario durante el 2022.

[2]   https://www.audubon.org/es/guia-de-aves/ave/chorlo-tildio

[3]  Algunas ideas sobre documentar la vida cotidiana las tomé del trabajo de Karin Widerberg, uno de sus textos se puede consultar en el manual editado por Helen Holmes y Sarah Marie Hall titulado Mundane Methods. Innovative ways to research the everyday .

[4]  El trabajo de Amy Mulvenna y Chris Perkins “Creative approaches to mapping” me ayudó a pensar en el rol del mapa en mi proyecto.

[5]  Aquí retomo la idea de aprender a vivir en mundo en ruinas de Anna Tsing, a partir de identificar formas de colaboración entre especies.

[6]   Rochorí significa codorniz en rarámuri.

[7]  Sobre estas otras historias los lectores pueden consultar el artículo Lo que escriben los científicos locales en: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0123-34322019000200271

[8]  En especial me refiero a las ideas de Donna Haraway en su libro “Seguir con el problema”, editado en español por Consoni.